lunes, 21 de julio de 2014

Dos Cafés y un Amor

Cusco, sin duda una de las mejores ciudades que tiene el Perú, pero, por que menospreciar a las otras ciudades, todas tiene su magia, aunque muchos digan lo contrario. Esta ciudad tiene algo único .Un mítico barrio bohemio en el centro de la ciudad, los hermosos muros de piedra que reflejan su asombrosa historia, grandes templos que imponentes se muestran a la vista de turistas de todo el mundo, pero hay un lugar, en el que viví algo hermoso, algo que tal vez le paso a todos los que estén leyendo esto ahora.

El día comenzó muy normal, era un viernes, los cursos en la universidad no eran tan pesados y como es usual, siempre te trae un poco de paz saber que tendrás dos días de descanso, todo un ciclo en un estudiante, ya seas universitario o colegial. Los lunes son la pesadilla de todos, comienzas sin ganas de salir de tu confort, esas ganas empiezan a aumentar a medida que transcurre la semana, hasta que llega el esperado día. Como es costumbre la mayoría se reúne en bares, cerca de la universidad (si se les puede llamar así), que para mí no son más que unos basureros donde ves lo peor de las personas, y no es que este generalizando a todos los bares que existan sino específicamente a estos, pero bueno son otra historia.

Transcurría aproximadamente las 7 pm, tire mi mochila y deje caer mi cuerpo en el sofá, conecte mi reproductor a los parlantes y deje sonar un par de canciones, era un viernes como cualquier otro, pero también como es usual en mi me dieron unas repentinas ganas de tomar un café o un trago. No lo dude y me vestí rápidamente, un poco de perfume, la billetera, el teléfono, las llaves y un libro (cosa que nunca debo olvidar) todo estaba en orden. Emprendí mi rumbo hacia el centro, la noche era tranquila, los turistas de siempre, unos tomándose fotos, otros simplemente pasando el rato, amigos conversando, parejas caminado de la mano, todo normal, decidí donde pasar el rato, estaba muy cansado como para subir a San Blas y la plaza principal siempre estaba llena, el lugar perfecto seria Regocijo " La plaza del amor" Muchos lo llamaban así, yo no sabía él porque, luego pensé que pude haber ido a la plaza Nazarenas pero ya me encontraba en Regocijo.

Pasaron aproximadamente 20 minutos, me encontraba sentado escuchando música, viendo la gente pasar, mientras terminaba de consumirse mi segundo cigarro, la gente iba y venía, los asientos se vaciaban, precisamente uno que estaba cerca al mío se encontraba vacío, hasta que alguien lo ocupo, como es de costumbre uno siempre voltear a ver quién es y luego voltea a su mundo nuevamente, lo cual hice pero mi mundo tuvo que esperar, porque tardaría en volver. Vi su pelo negro moverse con el viento que corría, no diré que su pelo era negro como el bello cielo nocturno. ¿Por qué? No lo sé, pero en lo fondo lo era, llevaba unas lindas botas negras y una casaca de cuero que la hacía ver ruda y a la vez sexy, se sentó y saco del bolso el móvil junto a unos audífonos y se los puso a los oídos mientras observaba su móvil. Tal vez esperaba a alguien, quien sea el tipo, es afortunado, no aleje la vista de ella por unos 3 minutos hasta que vi que levanto la mirada, mi reacción instantánea fue buscar otro cigarro y hacer como si no pasara nada, dentro de mí se formulaba una posible conversación, todas ideas locas como: ¿Que hora tiene? Lo cual sería ilógico ya que de seguro olvidaría guardar mis audífonos y se notaría que tengo un móvil o reproductor, además en estos tiempos es imposible que alguien no lleve un móvil y un reloj, otra opción podría ser fingir una voz de “gringo” y preguntarle si me puede guiar a algún museo o algo parecido, ambas ideas retorcidas y con poco ingenio, lo mejor sería solo tomar valor y listo, pero el miedo a un rotundo “¡No!” hacían que me quedara en mi asiento, prefería seguir fantaseando que arruinar la situación.

Pasaba el rato, la observaba más discretamente que al inicio, ella seguía atenta al móvil y levantando la mirada como quien busca a alguien. Mi cuerpo explotaba por dentro, no era necesariamente la impotencia, porque si podía hacerlo, sino era el temor a fallar el que me volvía loco, hasta que ella se levantó del asiento se acomodó el bolso, guardo el móvil dentro y se dirigía hacia la plaza principal. Me quede solo, tal vez era mi destino, pero era un destino que yo había creado, porque tuve la oportunidad y no la supe aprovechar, en fin, me quede sentado unos 5 minutos más mientras pensaba que haría, ¿Un bar o un café? Al final me decidí por el café, me levante y emprendí mi rumbo , baje un poco en dirección a una calle llamada Ayacucho y en el camino me encontré un pequeño y acogedor café, nunca antes había entrado ahí, así que tenía que probarlo. Entre y me senté en una mesa, ordene un café irlandés y empecé a leer mi libro mientras esperaba, no sabía exactamente la razón por la que Verónika decide morir, tal vez porque le paso lo mismo que a mí, empecé a leer ese libro muy concentrado enterándome que el medio de Verónika eran las pastillas, cuando un ruido estruendoso hizo llamar mi atención, en ese momento pensé “Quien será el idiota que me desconcentro “. Entonces una tierna voz dijo “Disculpe, que torpe que soy” entre risas, siendo esta respondida con un serio “No se preocupe, aquí tiene la carta” de parte de la mesera, yo me quede observando a la chica, no podía creerlo, era ella se veía más hermosa, su pelo lacio y negro jugaba perfectamente con su blanca piel, unos ojos cafés adornaban su mirada y esos hermosos labios rojos que hacían juego con el polo de “The Rolling Stones” que llevaba, era perfecta y no pude dejarla de ver, cuando ella sonrió tiernamente, me desespere en ese instante y volví rápidamente a leer mi libro, cuando escuche la voz de la mesera “Disculpe señor, aquí está su café” “Gracias” le respondí, me puse más torpe de lo normal, me manche con la crema mientras ella soltaba una pequeña y silenciosa risa, tal vez para algo era bueno, para hacerla reír, bebía mi café mientras mi mente volvía nuevamente a pensar en ella. Ya casi terminaba mi café y mi corazón se aceleraba cada vez más, cuando termine mi café. Me decidí a pedir otro, tal vez el Wiski que se mezclaba con el café me dé más valor, ella daba más señales, miradas, sonrisas, se tocaba el pelo, lo cual me hacía poner más nervioso, hasta que decidí mirarla a los ojos y devolverle la sonrisa, entonces la mire, ella volteo y le sonreí, lo cual también hizo ella, entonces decidí que ya era hora, guarde mi libro, mi móvil y pedí la cuenta, la cual me trajeron de inmediato, la pague, tome el café rápidamente y me levante del asiento allí seguía ella, mirando su móvil como si nada ocurriese, como si no se notara lo sutil que no fui, respire profundo y le dije “Hola” casi cayendo porque mis piernas parecían dos fideos, ella volteo me miro y me respondió “Pensaba que ya habías desistido” seguido de una risa suave, me puse rojo como un tomate mientras lo único que hacía era sonreír, ella me dijo “siéntate”, yo hice caso y le respondí con un “gracias” a lo cual ella dijo “¿Espérame un momento si? Pagare la cuenta” le dije “Okei” y sonreí, ella se levantó y se acercó a la caja, estaba a punto de desmayarme, no podía creer lo que me estaba pasando hasta que ella volvió y salimos del café. Conversábamos, nos reíamos, tenía más confianza, ya no tenía los nervios del principio y fuimos a Regocijo, se llamaba Michelle, como la canción, y como dice la letra está claro que la deseo, y también claro que la conseguiré de alguna manera, entonces me conto que esperaba a alguien, pero que ese alguien nunca aprecio y fue por eso que decidió ir a ese café, “grata coincidencia” dijo, lo cual para mí fue como ganar la lotería, pasaba la noche del viernes, el viernes que pensé que sería tranquilo, se convirtió en uno de muchas emociones, entablamos una muy linda amistad esa noche, que semanas después se convertiría en un gran romance, nunca imagine que algo así me pasaría, fue grandioso, fueron dos cafés y un amor, y también claro encontré el porqué de la plaza del amor.