viernes, 12 de septiembre de 2014

El Retrato del Destino

Muchas veces, cuando uno siente que está acabado, cuando no hay fuerzas ni ganas para seguir viviendo en una sociedad tan dura, una de las posibles salidas es mantener la cabeza baja, y someterse a lo que la sociedad quiere. Pero hay veces que no. Veces en las cuales el destino juega de tu lado y te manda la señal de que no todo está perdido, de que no todos son iguales.

Este es el caso de Pablo, un muchacho el cual durante toda la secundaria fue apartado en las relaciones sociales de sus compañeros, aunque siendo sinceros  el tampoco hizo lo suficiente para cambiar este hecho. Todos lo molestaban por su excentricidad, sus gustos musicales, su forma de vestir y de pensar, según ellos era un tipo raro, el cual jamás encajaría en la sociedad. Pablo pudo cambiar, intentar ser igual a los demás, intentar encajar pero jamás lo hizo.

Acabando la secundaria Pablo tenía la ilusión de que todo cambiaria, de que una nueva etapa iniciaría en su vida, y fue así. Ingreso a la universidad y emprendería un nuevo viaje, Quien sabe dónde estarían sus compañeros de la secundaria, solo se encontraba el apunto de vivir una historia que jamás imagino.

Paso el primer mes de clases, el no veía el cambio en su vida, se sentaba solo, tenía mucho miedo al hablar frente a todos, por más que este seguro de que su idea era la correcta. El solo se encerró en una burbuja, ya que los estereotipos no eran parte del día a día en la universidad, ahí todos vivian su vida normalmente, y para todos Pablo era invisible, no porque ellos lo excluían sino porque esta vez él lo hacía. No era totalmente su culpa, ya que los largos años de exclusión y molestias de parte de sus compañeros, generaron en él un miedo que salió a la luz justo cuando quería cambiar.

Pablo acostumbrado a la soledad y con un gran talento en el dibujo, hacia sus obras de arte porque era lo único que podía, ya que ese miedo a socializar lo absorbía. Empezó a dibujar lo que veía en la clase, las mesas, la pizarra, ventanas, sus compañeros y el profesor leyendo los textos, cuando de repente algo exalto al profesor, unas alumnas en la parte de atrás hablaban lo suficientemente fuerte para desconcentrar a todos sus compañeros. El profesor advirtió que las echaría de clases si no se separaban. Lo cual pasó, a Sofía por la grandiosidad del destino y por el empujón que dio este para ese cambio tan esperado en la vida de Pablo, la cambiaron adelante justo a su costado. Pablo se sonrojo, Sofía era muy linda y él tenía la oportunidad de hablarle, pero finalmente no lo hizo. El profesor siguió con su lectura mientras Pablo seguía dibujando, Sofía no evito ver lo que dibujaba Pablo y quedo encantada, ya que el profesor estaba demasiado cerca de ellos y Sofía tenía una advertencia, rompió un papel y escribió allí. “Que hermoso dibujo “ Luego deslizo el papel. Pablo se sorprendió y de pronto su rostro cambio de color a un rojo intenso, sus manos temblaban, por primera vez aunque sea por una hoja de papel quiso iniciar una conversación, “Gracias, si deseas te dibujo uno “Cuando terminó,  el profesor se levantó del sillón y empezó a dictar la tarea y luego prosiguió por concluir la clase. Pablo tenía atada la lengua y no sabía si hablarle o no, pero ya era tarde Sofía ya no estaba.

Pablo tal vez necesitaba un poquito más de ayuda, y sucedió. Un día salió a caminar por una plaza que estaba a unas cuadras de su casa, el clima era sombrío y advertía una gran lluvia, se sentó en una silla y empezó a dibujar la plaza, poco a poco empezaban a caer gotas de lluvia y cada vez más fuerte, por suerte la silla tenía un techo que lo cubría perfectamente. Mientras Pablo observaba el lugar vio a alguien que corría rápidamente buscando un lugar donde protegerse de la lluvia, el lugar más cercano era donde Pablo se encontraba sentado y extrañamente la chica que corría era Sofía. Pablo empezó a dibujar e hizo como si no la hubiera visto llegar, ella miro su dibujo y observo a Pablo atentamente.

-Tu eres el del dibujo lindo- Dijo Sofía muy alegre- Me senté contigo en una clase de la universidad. ¿Lo recuerdas?
-Cierto, nos sentamos juntos-Respondido Pablo con una voz muy apagada y temblorosa.
-Oye dibujas muy lindo. ¿Nunca pensaste en estar en una escuela de arte?-
-Me encantaría pero mis padre no están de acuerdo -
-Te entiendo, yo siempre quise estudiar arte dramático, pero me pasa igual que a ti-
-¿Quieres que te dibuje?-Pregunto Pablo
-¡Estaría encantada!-Respondió Sofía
-Fabuloso. Mírame y pon tu mejor pose-

Pablo la dibujo, no obvio ni un detalle, sus ojos, sus labios, su bella sonrisa, las gotas cayendo lentamente, sonreía sutilmente mientras la dibujaba. Cuando terminaba los últimos detalles la miro a los ojos y se perdió en su encanto. Por primera vez estaba cómodo y ese miedo que lo torturaba durante tantos años desapareció esa tarde, acariciaba el papel con el lápiz, con tanta pasión, con tanta suavidad como si el la tocara, como si fuera suya. Pablo al fin era feliz.

-Y listo- dijo Pablo con una sonrisa radiante
-Quiero verla-
-Está bien, pero no me mates si lo hice mal-Advirtió Pablo
-¡Jajaja! No lo creo, pero está bien-Respondió Sofia-Te lo prometo-Pablo sonrió y le entrego el cuaderno. Sofía se quedó impresionada, sus ojos brillaban y su sonrisa delataba su emoción, nadie jamás hizo algo tan lindo por ella, puso el cuaderno en sus piernas y se abalanzo hacia Pablo.
-Gracias, gracias. Es lo más hermoso que vi- Dijo mientras lo abrazaba fuertemente.
-Es porque tú eres muy hermosa y es imposible mostrar lo contrario- Respondió Pablo mientras se apoyaba en el hombro de Sofía, el frió no importaba y su timidez había desaparecido. Se separaron y se miraron el uno al otro, no podía existir mejor momento, ni lugar, ambos cerraron los ojos y suavemente rozaron sus labios.

Después de todo. La vida no fue tan dura para Pablo y solo hizo falta ese pequeño empujón para que en el momento menos esperado el amor hiciera lo suyo.



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